Capítulo 3 - La Verdadera Democracia (1ª parte)
¿Siente que su voto realmente importa? ¿Está de acuerdo con cómo están funcionando las cosas? ¿Confías en los políticos? ¿Cuándo fue la última vez que le escribió a su representante? ¿Cuándo fue la última vez que respondieron con algo no genérico? ¿Debería gobernar la mayoría? Debería California tener más influencia que Iowa? ¿Deberían las ciudades tener más influencia que el campo? ¿Deberían China e India gobernar el mundo?
La democracia se entiende generalmente como un gobierno “de”, “por” y “para” el pueblo; sin embargo, hay muchas variedades de “democracia”, incluida la democracia directa, la democracia deliberativa, la democracia representativa, las repúblicas democráticas, etc. Dentro de todas estas formas de democracia hay innumerables formas de “contar los votos”, cada una de las cuales intenta determinar un resultado “justo” que "representa” a la gente.
Se ha dicho que la democracia es la peor forma de gobierno, excepto para todo lo demás. Dicho esto, ¿son todos los gobiernos “democráticos” iguales o son algunas formas de gobierno democrático “más iguales” que otras? ¿Son algunos mejores para representar la “voluntad del pueblo” y proteger el derecho del pueblo a cambiar su gobierno? La democracia puede verse como un intento de gobernar la sociedad de acuerdo con el consenso de la mayoría.
Hoy en día, lo único en lo que parece que podemos llegar a un consenso es sobre que nuestro sistema está roto. Se nos presentan opciones falsas preparadas por un sistema bipartidista y un cartel mediático centralizado. El hecho de que un gobierno sea anfitrión de una elección no significa que esté gobernando de acuerdo con los principios de la democracia. Después de todo, incluso los dictadores organizan elecciones y pocos se atreven a presentarse o votar en su contra. ¿De qué sirven las elecciones si las reglas no pueden evitar las trampas?
He llegado a entender las “democracias” modernas como DINO (DSDN, Democracias solo de nombre). Una DSDN es una descripción adecuada para los sistemas de gobierno “dinosaurios” que devoran a sus poblaciones como un monstruo incontrolable. Las DSDN no revelan la opinión pública; en cambio, nos dan una falsa sensación de consenso mientras son manipulados por una ultra-minoría oculta (y no tan oculta) de tiranos.
Jason Brennan, en su libro, “Contra la Democracia”, describe todas las formas en que fracasan las DSDN. Me encantaría incorporar gran parte de su trabajo para demostrar los problemas de la
democracia tal como se implementa comúnmente, pero eso desviaría el enfoque de este libro; así que resumiré algunos puntos clave.
Brennan aborda el impactante nivel de ignorancia política del ciudadano típico sobre las cosas más básicas. Afirma que: “Cuando se trata de política, algunas personas saben mucho, la mayoría de las personas no saben nada y muchas personas saben menos que nada."
El politólogo Larry Bartels señaló que “la ignorancia política del votante estadounidense es una de las características mejor documentadas de la política contemporánea”. Brennan señala que en una prueba de conocimiento político, el 25% de los votantes estaban bien informados, el 25% mal informados, el 25% no saben nada y el 25% están sistemáticamente mal informados.
Lo deja muy claro en este ejemplo: Imagina que estás en “¿Quién quiere ser millonario?”. El anfitrión le hace la pregunta del millón de dólares: “¿Quién apoyó más el derecho al aborto en el año 2000, Al Gore o George Bush?” Suponga que no lo sabe, pero el anfitrión le da la opción de tirar una moneda al aire y echar cara o cruz, o llamar a un votante estadounidense al azar del año 2000.
- Deberías lanzar la moneda; es más seguro.
¿Cómo se supone que la democracia representa los mejores intereses de sus habitantes cuando las personas no son solo racionalmente ignorantes, sino que la calidad de su conocimiento es estadísticamente peor que las suposiciones al azar?
Brennan está en contra de la democracia porque, como es implementado comúnmente, no produce buenos resultados de gobernanza. Su libro documenta todos los sesgos cognitivos que afectan incluso a los individuos más racionales. También identifica los mecanismos detrás del tribalismo y cómo ocurre la formación de partidos políticos.
Demuestra que el animar la discusión política no conduce a un compromiso, sino que nos polariza. Brennan, en última instancia, está argumentando que no todo el mundo debería tener derecho a votar y que deberíamos tomar medidas para garantizar sólo el voto “informado”. Su definición de “informado” es todavía bastante amplia, de modo que la mayoría de las personas podría lograrla fácilmente. Aunque puedo estar de acuerdo con su evaluación de los problemas, no pienso que ofrece ninguna solución viable.
El problema no es la falta de conocimiento, en primer lugar es la expectativa de que la gente debería necesitar “conocimiento político”. Quizás deberíamos preguntarle a la gente sobre las cosas que saben en lugar de esperar que todos sepan de todo como para poder votar con conocimiento de causa. Todo el mundo tiene un conocimiento único que es valioso y nadie tiene todo el conocimiento necesario. La verdadera democracia implementa un proceso que aprovecha la sabiduría de la multitud y protege sistemáticamente contra la necesidad de conocimiento global para tomar decisiones sólidas e independientes.
Para juzgar la calidad de un gobierno, primero debemos establecer un conjunto de valores. Normalmente, son las diferencias entre los valores fundamentales las que llevan a personas razonables a discrepar violentamente sobre un propósito y el poder del gobierno. Mucha gente quiere limitar el poder del gobierno basándose en una constitución; otras personas quieren que el gobierno tenga el máximo poder totalitario como para implementar su sociedad utópica. Una vez que podamos acordar los límites (si los hay) del poder del gobierno, podremos comenzar a discutir cómo se podría usar ese poder y quién debería ejercerlo.
Hago pocos argumentos sobre cómo el poder debería utilizarse en el gobierno; en cambio, me concentro casi por completo en el proceso de delegar ese poder a los individuos. Al final del día, todas las decisiones (órdenes ejecutivas, leyes, juicios, etc.) las toman los individuos y la selección de estos individuos determina el destino de una sociedad. Un dictador totalitario de por vida con principios libertarianos puede crear una sociedad completamente diferente a la de un dictador totalitario de por vida con ideología marxista. Del mismo modo, una democracia puede elegir a las personas que obtengan el poder y pueden así obtener una amplia gama de resultados dependiendo de la moralidad de la población, la integridad y forma del proceso democrático implementado.
El debate sobre cómo debe utilizarse el poder del gobierno siempre nos dividirá y este debate es el que mantiene a los partidos en el poder. Debemos alejarnos de las cuestiones políticas y establecer un nuevo proceso para alcanzar consenso y consentimiento. El consentimiento es la clave para mantener la legitimidad a largo plazo hacía la población.
Entonces podremos utilizar ese proceso para tomar decisiones sobre cuestiones políticas sin recurrir a las manifestaciones. Tanto si se utilizan las elecciones como si no, finalmente todas las personas se organizan en líderes y seguidores, y el poder se delega de forma efectiva.
Si no es una elección, entonces puede basarse en el miedo, el respeto, la popularidad o la dinastía familiar. No se puede escapar de la necesidad de delegar el poder, así que debemos encontrar el mejor (o el menos dañoso) enfoque posible.
Todo Poder Proviene del Consentimiento
Todo poder gubernamental proviene del consentimiento de la población, incluso de una población que sufre bajo el peor dictador imaginable. El reto de salir bajo de un dictador o del sistema de un dictador corrupto, o de un sistema de partidos, es coordinar a suficientes personas para alcanzar un nuevo consenso sobre quién debe estar en el poder.
Por tanto, podemos replantear el problema de la gobernanza como un problema de creación de consenso y que una sociedad exitosa haría uso de un proceso gubernamental que protege a la capacidad del pueblo para alcanzar un nuevo consenso. A medida que los gobiernos se vuelven cada vez más tiránicamente corruptos, operando en contra de los intereses de la sociedad, instituyen medidas diseñadas para impedir que la población alcance un nuevo consenso. Lo hacen para proteger el poder que lograron con el sistema de consenso existente.
Es como eliminar los escalones de la escalera del poder a medida que se suba. Este adopta la forma de propaganda y censura de forma a menuda, pero también puede ocurrir a través de la prisión y la muerte para aquellos que intentan organizar pacíficamente un nuevo consenso. Preste atención a cualquier contenido que sea censurado; casi siempre indica una amenaza para los que están en el poder y es conocimiento que probablemente necesitas saber. La verdad no requiere censura; sin embargo, las mentiras dependen de la censura de la verdad.
En general es fácil para la gran mayoría estar de acuerdo en que un gobierno existente sea corrupto y que las instituciones de la sociedad ya no están al servicio de los intereses del público. Las encuestas de Gallup muestran un 70% de acuerdo en este asunto. Sin embargo, es mucho más difícil lograr que la gente esté de acuerdo sobre una solución.
Los poderes corruptos dividirán intencionalmente a la población con propaganda y favores políticos para obstaculizar su capacidad de trabajar juntos. Después de todo, ¿cómo puede un contribuyente neto de impuestos comprometerse con un receptor de impuestos de beneficios netos? ¿Cómo puede alguien que se ha vuelto dependiente de un programa del gobierno morder la mano que lo alimenta?
Una vez que un sistema político se vuelve corrupto, es imposible utilizar ese mismo sistema para arreglarlo. En teoría, la población simplemente eliminaría a los “malos actores” y los reemplazaría por “buenos actores”, pero en la práctica esto no sucede. Esto se debe a que el problema es la corrupción sistemática, no la corrupción individual, y porque no hay consenso sobre el significado de “bueno” y “malo”.
En la Declaración de Independencia, los fundadores de los Estados Unidos demuestran el razonamiento y la justificación para disolver un sistema político existente y establecer uno nuevo. Si bien la sociedad moderna puede estar en desacuerdo con las afirmaciones “evidentes por sí mismas” sobre un Creador, el Dios de la naturaleza y los derechos irrenunciables, el argumento de la declaración sigue siendo:
“que siempre que cualquier forma de gobierno se vuelva destructiva contra las intenciones del pueblo, el pueblo reserva el derecho a modificarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno, asentando sus fundamentos en tales principios y organizando sus poderes de tal forma que más probable les parezca afectar su seguridad y felicidad.”
La declaración de independencia
*Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y el Dios de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación.
Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para gara ntizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derec ho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad.
La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacers e justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber , derrocar ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad.*
Declarar la independencia es muy distinto a pedir privilegios y concesiones a los poderes fácticos.
Hoy en día, muchas personas están librando una guerra por la dependencia, también conocida como el derecho a obligar a los demás en asumir bienes y servicios que no pueden o no quieren ganarse por sí mismos. La independencia se trata de asumir la responsabilidad de su vida y de su comunidad local. Lo contrario a la independencia es la dependencia. La independencia es necesaria para la libertad; sin libertad estás efectivamente esclavizado. Si usted no es responsable de su vida, entonces se vuelve dependiente de alguien que se hace responsable de usted. Tu esclavitud crece con tu dependencia y tu libertad crece con tu independencia.
Es interesante que nuestra sociedad hable frecuentemente de luchar por la “libertad” y la “democracia”, pero casi nunca habla de luchar por la independencia. La independencia es la base de la libertad y la democracia. La libertad y la “democracia” no te dan necesariamente independencia.
La independencia requiere confianza en uno mismo y un sentido de responsabilidad. Para entender la diferencia fundamental entre libertad e independencia, considere que algunas personas proclaman que la responsabilidad interfiere con su libertad. Por ejemplo, tener que ir a trabajar interfiere con su libertad para ver televisión. Al hacer afirmaciones como estas, las personas intentan lograr su libertad a cambio de la esclavitud que otra persona tiene hacía sus inevitables responsabilidades. Para pagar su televisor, otra persona ha tenido que asumir la responsabilidad de ir a trabajar.
Irónicamente, la independencia es una condición previa para el consentimiento, y el consentimiento es una condición previa para un gobierno democrático legítimo. No se puede luchar por la libertad y la democracia sin luchar por su derecho a la independencia. Sin independencia individual no hay democracia.
Quizás sea más fácil imaginar esto como la diferencia entre un adolescente que quiere “libertad” para vivir su vida como él desea, mientras sigue viviendo bajo el techo de sus padres, comiendo de su comida y conduciendo su coche. Buscar la libertad sin dejar de ser dependiente es buscar tu libertad a coste de otra persona. Lo que ese adolescente debería buscar es el derecho a mudarse y cuidarse a sí mismo.
En muchos casos, el adolescente hace los cálculos y se da cuenta de que aún no está preparado para vivir de forma independiente. Todavía tiene mucho que aprender sobre cómo cuidarse a sí mismo y debe sacrificar su tiempo y energía para producir lo que actualmente recibe “gratuítamente” de sus padres. La verdad es que nada es gratis; algún día sus padres morirán, y él se verá obligado a hacerse responsable de su propia vida o él también morirá.
Lo que los adolescentes realmente quieren es independencia. Quieren la capacidad de tomar sus propias decisiones. Si no pueden asumir la responsabilidad total de la vida independiente, entonces pueden encontrar la mejor opción: vivir con un compañero de habitación (o varios). En este caso, el adolescente cambia las reglas tiránicas de sus padres (el “gobierno” bajo que el nació) por las reglas de consenso, las cuales con un poco de suerte serán más aceptables, de sus compañeros de vivienda (un “tratado de paz” elegido por él y sus compañeros de vivienda).
Todavía tiene deberes domésticos, por ejemplo límites en cuanto al ruido y límites sobre visitas de amigos, pero podemos esperar que esté disfrutando de más libertad (porque consintió) de la que tenía bajo el techo de sus padres donde no había negociación. Para obtener esta libertad, aún debe ganar
lo suficiente para cubrir su parte del alquiler y de los servicios de agua y luz, o sus compañeros lo echarían de la vivienda.
Luchar por la independencia es luchar por el derecho a cuidarse, a vivir y dejar vivir. Luchar para evitar la independencia es como un padre encerrando a su hijo adolescente en casa, donde se ven obligados a hacer las tareas del hogar y trabajar en el negocio familiar. Sería como si tus compañeros de vivienda se negaran a que cambies de domicilio porque quieren tu ayuda para pagar el alquiler. Es como si Inglaterra se negara a dejar que las colonias se fueran en paz. Es como si los estados del norte no dejan que los estados del sur se gobernaran a sí mismos. Es como los dueños de esclavos que se niegan a dejar que la gente trabaje para otros.
Mucha gente percibe una declaración de independencia como una declaración de guerra, pero no tiene por qué ser así. La independencia comienza como un estado mental que, cuando actúa, reduce su dependencia del status quo mientras organiza y es respetuoso de un sistema paralelo de consenso.
Cuanto más dependemos de nuestros padres, más difícil es mudarnos y disfrutar de la libertad derivada de la responsabilidad de la independencia. Si deseamos ser libres de los poderes fácticos, primero debemos eliminar nuestra dependencia de ellos y asumir la responsabilidad de nuestras vidas, nuestra comunidad y nuestra sociedad.
El primer acto de independencia es acercarse a su vecino y que les invites a unirse a usted en la creación de un nuevo contrato social y un nuevo proceso para llegar a un consenso. Este libro le dará a usted y a sus vecinos un camino a seguir para construir un nuevo consenso en su comunidad basado en los principios de una nueva forma de gobierno democrático, que aspira ser mejor que los sistemas implementados anteriormente y presenta una hoja de ruta para implementarlo en el mundo. Dicho esto, ningún sistema de gobierno es perfecto, e incluso el mejor gobierno está a la piedad de las virtudes vigentes de los ciudadanos gobernados.
Los Medios justifican el Fin
Dada la multitud de procesos “democráticos”, ¿cómo podemos determinar cuál sería el mejor para implementar mientras reconstruimos nuestra sociedad independiente? ¿Cómo vamos a juzgarlos?
Quizás uno de los mayores problemas que enfrentan las personas es el juzgar un sistema de acuerdo con su estimación individual del resultado. Dicho de otra manera, la gente puede juzgar los medios como buenos o malos dependiendo del fin previsto. Si está en la minoría, la idea de un poder democrático sin restricciones (ya sea directo o indirecto) podría ser una amenaza. Esto significa que aquellos con opiniones minoritarias defienden “derechos” y “límites” sobre el poder del gobierno. Tarde or temprano la gente se quejará cuando los que dirigen el gobierno ignoren los límites constitucionales. Se sentirán perdidos cuando se dan cuenta de que no tienen ningún recurso.
La batalla por la legitimidad del “voto popular” versus el “colegio electoral” a menudo depende en qué lado de la división del partido político se encuentre uno. La gente cambiará de banda sobre este asunto entre una elección y otra, lo que significa que su opinión no se basa en principios.
Esta filosofía de “el fin justifica los medios” es la semilla del genocidio y del utopismo totalitario. Los medios deben justificarse y ser coherentes con la autenticidad y la integridad del consenso comunitario. Los medios deben producir resultados autocorregibles. El disgusto por el resultado no es, en sí mismo, un argumento en contra de los medios. Desde cierta perspectiva, no hay “fin”, solo existen los medios, por lo que los medios mejor se justifican. Tener un “fin” supone que no se necesitan leyes o cambios adicionales. Un “fin” implica negar a otros el camino hacia el poder. Implica el fin de la democracia.
La sociedad es una propiedad emergente de los individuos y lambos deben vivir en una relación simbiótica porque los individuos dependen de la sociedad y la sociedad se compone de individuos. El desafío del gobierno es que se supone que debe ser operado por individuos en beneficio de la sociedad, pero los individuos se corrompen fácilmente por la capacidad de usar el poder que la sociedad les otorga para beneficio personal. La pregunta sobre que el gobierno esté al servicio de los individuos se enturbia aún más cuando coge de unos para dar a otros.
En un entorno así, la democracia puede corromperse comprando al 51% con beneficios tomados del 49%, mientras que una ultra minoría maneja el gobierno para su beneficio personal. No basta con que el gobierno sirva a algunos; debe servir a todos. La prueba para determinar si un gobierno está sirviendo a todos los miembros no puede basarse en resultados específicos, sino en los medios por los cuales se logran esos resultados. Más específicamente, un gobierno que permite la secesión sin guerra es un gobierno que tiene el consentimiento voluntario del pueblo y sirve a todo el pueblo. Cualquiera que no fuera atendido podría separarse.
La pregunta es, ¿cómo debemos juzgar un sistema si no es por sus fines? ¿El objetivo no es establecer un nuevo proceso para lograr un mejor mundo definido por algún fin? Considere una dictadura sabia y benevolente dirigida por un rey filósofo. Tal sistema puede satisfacer las necesidades de la gente de hoy, pero eventualmente el rey filósofo morirá y un dictador incomprensiblemente malvado tomará su lugar.
Si bien obtener el poder de un dictador benevolente puede parecer conveniente para aquellos lo suficientemente arrogantes como para creer que saben cómo manejar las cosas, no es un sistema sostenible y, por lo tanto, debe ser rechazado.
Si tuviesemos que juzgar hoy un proceso democrático basado en las personas a las que podría empoderar, sería igual que juzgar una dictadura benevolente basada en la persona que se convertiría en rey hoy. Todos los procesos democráticos terminarán produciendo resultados subóptimos porque, en efecto, están nombrando dictadores temporales que son en parte buenos, en parte malos, en parte inteligentes y en parte ignorantes.
Sin embargo, en la política, igual que en ciencias de la computación, el diseño de algoritmos debe considerar el resultado en el mejor de los casos, en el caso promedio y en el peor de los casos. Con el transcurso del tiempo, podemos asumir que eventualmente se realizará el peor de los casos. Solo tardó un par de siglos erosionar por completo las intenciones de los reyes “filósofos” que redactaron la Constitución. Gran parte de la inevitable erosión ya era evidente para George Washington cuando dejó el cargo.
Dado que el poder legítimo de la democracia se deriva del consentimiento del pueblo al proceso de la democracia, la minoría necesariamente retendría el derecho a separarse y volverse independiente. Es el derecho a la independencia lo que impide que la mayoría devoré a una minoría. La minoría absoluta es el individuo.
Se ha comentado que la democracia son como dos lobos y un cordero votando qué comer para cenar. El cordero puede aceptar el proceso solo si las chuletas de cordero no están en el menú. El día en el que los lobos voten por comer chuletas de cordero, el cordero tiene derecho a separarse y no está obligado por la virtud democrática de ofrecer su cuello. Los animales vuelven a la ley de la selva. El cordero todavía se puede comer, pero la legitimidad democrática no tiene nada que ver con eso.
Esto no quiere decir que las ovejas no estarían dispuestas a ceder un poco de lana o leche a cambio de la contribución de los lobos a la seguridad. La clave es que existe un comercio voluntario y un acuerdo voluntario para un sistema de compromiso.
El fundamento de la democracia es que el pueblo debe tener el control y ya hemos demostrado que la capacidad de votar por “alguien” no es lo mismo que darle el control al pueblo. Si las únicas personas en la boleta electoral son “halcones de la guerra”, entonces, ¿qué control tiene la gente pacífica? Si los únicos candidatos que se nos revelan son aquellos a quienes los medios de comunicación apoyan, entonces, ¿cómo están las personas en control?